Sobre el Juego (II)
Alfonso Lázaro Lázaro
Revista Psicomotricidad N° 51 1995. El Juego en el Niño una mirada Psicopedagógica. Lic.Luciana Bechi – Psicopedagoga. Zona Pediatrica -Staff-
RADIOGRAFÍA DEL JUEGO EN EL MARCO ESCOLAR (Fragmento)
COMPETIR/COOPERAR:
ANÁLISIS DE LA COMPETICIÓN EN EL JUEGO .
Abordar la cuestión de la competición en el juego infantil preludia un debate interesante, no exento de acaloradas intervenciones, en el seno de la escuela, y existen muchos maestros/as interesados en el tema.
Someramente, por la experiencia que tenemos en estos debates, podemos agrupar en dos las opiniones sostenidas. En primer lugar estarían aquellos que opinan que el niño/a está rodeado de competición en la sociedad en que vive, que ya de por sí es competitiva y la escuela no debe fomentar dicha competición; que la competición afecta a los perdedores, en resumidas cuentas que ofrece pocos aspectos educativos. Proponen, pues, instaurar la cooperación en las tareas escolares y sobre todo en los juegos, en la línea, por ejemplo, de T. Orlick (1986, 1992) y sus juegos y deportes cooperativos.
Por otra parte se encuentran los y las que creen que la competitividad no es tan nefasta, que no importa que prime en los juegos y que la escuela debe formar niños/as precisamente para insertarlos en la sociedad competitiva en la que se vive. Piensan que la escuela es una cuna de competitividad, con sus exámenes, calificaciones, puestos de privilegio y que es inútil luchar para cambiar este estado de cosas.
Es preciso, pues, exponer a continuación nuestro propio punto de vista. Para nosotros no todo es negativo en la competitividad (ser «competente» significa, también, ser idóneo, saber hacer bien las cosas) y hemos de hacer un esfuerzo por situarla en el contexto de la evolución del niño/a.
Es interesante comprobar que, siguiendo a Kamii y De Vries (1988) hasta cerca de los 5 años los niños y niñas no pueden competir en los juegos en virtud del centramiento de su pensamiento y su egocentrismo que les impide situarse respecto al otro y adoptar su punto de vista. De Vries realizó la experimentación con el juego de esconder la moneda en una mano y distinguió cinco niveles, el último de los cuales lo sitúo hacia los 7 años de edad cuando el niño compite al adivinar y al esconder. «La capacidad de los niños pequeños para competir en los juegos es un hito en su desarrollo y no un rasgo de su personalidad. Por eso es importante distinguir entre comparar resultados y competir. Lo primero es una condición necesaria, pero no suficiente, de lo segundo. La competición es una comparación y algo más: tratar de superar al otro o de ser más listo que él» (Kamii, 1.988).
Así pues, las seguidores de Piaget reducen a cuatro los principios de enseñanza para los juegos competitivos.
1) Quitar importancia al hecho de ganar.
2) Verbalizar que no pasa nada si se pierde.
3) Permitir que los niños eviten la competición si lo desean.
4) Jugar a juegos de azar.
Queda abierta la discusión de estos cuatro principios, así como la posibilidad de modificar las reglas de los juegos. Para Kamii y De Vries existen dos formas fundamentales de hacerlo: la primera, no hacer nada y dejar que los niños/as sigan jugando a su manera (aprender a observar como veremos luego) y, la segunda, presentar el juego de una manera no competitiva desde el principio (esto último se contrapone relativamente con lo que han estado sosteniendo sobre la competición).
Es importante, no obstante, desde nuestro punto de vista hacer acopio de maneras diversas para transformar un juego competitivo en uno no competitivo o, si es posible, en cooperativo. Nos parece que los maestros/as debemos pensar en eso cuando programamos introducir cualquier juego. Tenemos ejemplos valiosos en los libros de T. Orlick antes citado, quien define 4 componentes para un juego cooperativo: cooperación, aceptación, participación y diversión.
Vayan, pues, a continuación algunas maneras de transformar los juegos en la práctica:
El niño/a siempre debe tener una participación activa (mental o física) en el juego. Si el niño/a debe salir del juego ¡Cuidado! intentar «limar» esa salida:
– al lado del adulto.
– participando en la canción.
– ayudando a mantener las reglas.
El Juego en el Niño, una mirada Psicopedagógica
No se debe subestimar el valor de las experiencias lúdicas para la formación de la personalidad, pues todo lo que los niños aprendan en este sentido por medio del juego, igual que los conocimientos y las habilidades que por él adquieren, luego lo transfieren a la vida. Tanto sus comportamientos como sus juegos van poniendo de manifiesto sus capacidades e inclinaciones hasta llegar a exteriorizar su particular modo de reaccionar ante el mundo y aquellas inclinaciones que, mucho más adelante, señalarían algunos rasgos de su futura vocación.
De la relación dialéctica sujeto – objeto, que se puede desarrollar durante el juego, nace en el ser humano la posibilidad de transformar la realidad y de crearla; transformaciones y creaciones que se hayan subordinadas al desarrollo cognitivo y a la capacidad creadora de cada sujeto.
Durante el juego el sujeto puede crear ante situaciones imprevisibles y nuevas, conductas que se gestan a partir tanto de sus posibilidades estructurales como de su historia personal y su dinámica afectiva. Las crea por estimar que lo conducen al éxito y una vez efectivizadas pasan a formar parte de él.
Así las conductas lúdicas satisfacen las necesidades de sentir-se, de dominar y transformar la realidad de acuerdo con sus propios deseos. El juego se constituye en el elemento mediador de comunicación. Compromete al cuerpo como eje, evolucionando hacia la relación del cuerpo con el objeto y hacia el otro, culmina en su evolución con el juego de reglas como un espacio entre lo externo y lo interno.
El juego es ámbito de verdad, ya que primero funciona como escenario del mundo interno, que articulado desde sus significaciones opera como espacio de lo verdadero para el sujeto. Este juego evoluciona hacia la inclusión de las condiciones de la realidad y es esto, lo que va dando el acceso al conocimiento de la verdad, definibles en términos de operatividad.
La primera función del jugar es la construcción del propio cuerpo en relación con los otros. Puede decirse que, a partir del jugar, el chico se obsequia un cuerpo a sí mismo, apuntalado en el medio; así el entorno posibilita o obstruye, acelera o bloque, …. Los primeros juegos son juegos sin reglas. Las reglas aparecen con las primeras imitaciones, durante el segundo año, pero le hace falte un tiempo para liberarse completamente de esa forma inferior. Entre estos juegos no reglados de la infancia, los primeros son puramente funcionales; responde a movimientos voluntarios que el niño repite. En estos juegos interesa en primer lugar la mano; después el antebrazo y los seis meses y medio el brazo integro entra en juego. También diferenciará las sensaciones térmicas, los olores, los ruidos, las caras, las voces, es decir accederá al despertar de su sentido.
Más tarde interviene los juegos hedonísticos, en los cuales el niño busca procurar placer, por ejemplo causando un ruido. Luego los juegos de exploración y de manipulación de su cuerpo y del otro, juegos con la arena, con los animales, etc.
Antes de empezar con los juegos reglados, es necesario hacer un lugar a los juegos de un género particular. Ellos son los juegos de destrucción, con los cuales hay que relacionar los juegos de desorden. Estos juegos se aproximan a ciertos juegos que molestan, que son también desquites destructores; el deseo de molestar se expresa a menudo por la búsqueda de un desorden que fastidie al otro.
Junto a estos juegos se puede situar ciertos juegos de arrebato. Empujar lo más posible, gritar lo más fuerte…. Le agregamos los juegos solitarios, como bajar una pendiente hasta perder el aliento, girar sobre sí mismo lo más rápidamente posible hasta la caída final. Es decir juegos de autoafirmación inferior.
Con la regla la afirmación de sí mismo adquiere un carácter distinto. Podemos distinguir entre los primeros juegos reglados: los juegos de imitación y los de construcción. Los primeros aparecen desde el segundo año. Se vincula al medio familiar y se amplia al medio social inmediato. Entre los 2-4 años los juegos de la madre y la hija, de la escuela, del almacén. Entre los 7-8 años los varones ya no imitan modelos humanos, sino que se hacen los osos, el lobo, el conejo, el auto, la moto…. Los juegos de construcción comienzan muy temprano; los cubos tienen un atractivo especial entre los 2 a 4 años.
Los juegos de regla arbitraria, que se desarrollan a continuación hacia el fin de la edad preescolar y al principio de la escolar, conserva de los anteriores la noción de reglas. El niño puede crear reglas nuevas.
Desde los 7 años se ve aparecer juegos de un carácter nuevo, los juegos sociales.
Cuando los juegos de proeza llegan a una organización rudimentaria, se convierten en juegos de competición.
Desde los 10 años, se desarrolla los juegos de grupos organizados, los juegos tradicionales como ser la rayuela.
Para la mayoría de los niños, son los adultos los que entorpecen su actividad lúdica, aunque a menudo lo hagan con la mejor intención. Al subestimar el valor del juego en el desarrollo infantil, éstos no ofrecen a los pequeños las oportunidades adecuadas para jugar. La buena disposición de los adultos frente al juego, basada en el justo aprecio de su valor, es una de las condiciones más importantes para que los niños puedan aprovechar al máximo los beneficios del juego.
No es suficiente que el adulto se preocupe de que los niños puedan jugar tranquilos en su habitación o que participe ocasionalmente en sus juegos. A través del juego, los niños se interiorizan en el mundo circundante. Es importante que se posibilite el acceso a ese mundo y se le facilite su interiorización. Para el adulto lleno de ocupaciones es más fácil confiar al niño en su cuarto, provistos de abundantes juguetes, que admitir su presencia y participación en su tarea.
Es condición indispensable para que el juego pueda seguir su curso que el niño se enfrente con cosas nuevas para él y aprenda a dominarlas, entonces podemos decir que todo juego es siempre un aprendizaje. Las posibilidades de aprender que tienen los niños dependen de las oportunidades de aprender jugando que se les ofrezcan.
Tenga plena confianza en la capacidad de su niño para jugar. Si un niño juega, hay un lugar para un par de síntomas, si uno puede disfrutar del jugar, sea en soledad o en la compañía de otras criaturas, no se avecinan dificultades serias. Si en el juego emplea una rica imaginación y experimenta placer con las actividades que dependen de una percepción exacta de la actividad externa, usted puede sentirse bastante feliz, aunque el niño se moje en la cama, tenga rabietas….El jugar demuestra que ese niño es capaz, en un medio razonablemente satisfactorio y estable, de desarrollar una forma personal de vida y de convertirse eventualmente en un ser humano completo, deseado como tal y bien recibido por el mundo en general
Pero ojo, también no hay ninguna perturbación severa o de cuidado o significativa en la infancia que no se espeje de alguna manera en el jugar.
EDAD JUEGO
* 0-4 meses- Las conductas lúdicas están presentes desde el momento de nacimiento. En este momento, se caracteriza por los ejercicios reflejos que expresan el montaje hereditario. Va actuando por simple placer funcional.
El interés está centrado en las manos y luego el antebrazos
* 4-8 meses- Los juegos corporales le dan placer, juegan mano con mano y pie con pie. Se lleva los pies a la boca
* Entre los 6-9 meses se interesa por objetos grandes
* 8-12 meses- La acción del sujeto sobre los objetos es comprendido como resultado de esta actividad. Al “comprender” el resultado de la acción busca repetirlo. Por el simple placer de producir el fenómeno presente.
Al placer funcional se le agrega ahora el “ser causa” de los resultados de sus acciones.
Va adquiriendo un conocimiento práctico del objeto.
Le divierten los juegos de aparecer – desaparecer
* Entre los 9-12 si interesan por objetos más pequeños como ser una miguita.
* 12-18 meses- El niño aplica intencionalmente y sistemáticamente esquemas (succión, prehensión,…) coordinados ya conocidos a objetos nuevos y realiza verdaderas combinaciones lúdicas.
* 19-24 meses- Comienzo del juego simbólico, en el cual una situación se representa sin relación directa con el objeto que utiliza como instrumento, ya que éste sólo sirve de soporte para evocar lo ausente. Un ejemplo es el juego de “como si….” , la imitación diferida (sin que este presente el modelo, jugar a la mamá, al doctor,…)
* 2-3 años- Juega hacer dormir a la muñeca, al oso,…
Toma una cajita y la desplaza sobre la mesa haciendo el ruido del auto
Juegos reglados
* 3-4 años- El niño parte de combinaciones simples que van desde la transposición de escenas reales parciales a desarrollo cada vez más extendidos, hasta llegar a la construcción de verdaderas escenas complejas enteras. Se produce también la invención de seres imaginarios.
Combinaciones compensadoras: el niño intenta en estos comportamientos lúdicos corregir la realidad.
Combinaciones liquidadoras: el niño realiza en este tipo de juegos lo que no se atrevería a hacer en la realidad.
Combinaciones simbólicas anticipadoras: el niño trata de aceptar una indicación, un consejo, una orden, anticipando las consecuencias que sobrevendrían en caso de desobediencia.
* 4-5 años- Los niños intentan copear la realidad con exactitud
* 6 – 7 años- Juegos de regla arbitraria
* 6-7 años- Juego de reglas como la rayuela, el ladrón y policía; que se trasmite socialmente de niño en niño.
Juegos sociales
* 9 años- Juegos de competencia
* 10 años- Juego tradicionales
Funciones del juego
Entendemos por funciones del juego aquellos ejercicios o actividades vitales que el mismo promueve por si en el transcurso de su desarrollo.
Forma parte de la naturaleza intrínseca del juego, la sensación continua de exploración y descubrimiento.
– El juego es un factor de permanente activación y estructuración de las relaciones humanas.
– El juego es factor de acción continuada sobre el equilibrio psicosomatico. Es decir que es autorregulador, un equilibrante de las tensiones y/o presiones que sufre el individuo frente al medio.
– El juego es medio fundamental para la estructuración del lenguaje y del pensamiento.
– El juego estimula en la vida del individuo una altísima acción religante. Conecta, liga o une escenas con otras escenas vividas, de su propia historia y de la historia de su comunidad.
– El juego posibilita una catarsis elaborativa inmediata. Sólo el juego permite convertir lo siniestro en fantasmático dentro de un clima de disfrute. Estimula la expulsión del conflicto y abre así nuevos espacios internos para el conocer y el comprender.
– El juego permite una evasión saludable de la realidad cotidiana.
– El juego posibilita a la persona aprendizaje.
– El juego reduce la sensación de gravedad frente a errores y fracasos
Evolución de los Juegos
Para situar su función y valor educativo, se realiza la siguiente descripción de los juegos en relación con el proceso de maduración del individuo.
Esta clasificación fue realizada por Jean Piaget.
Juego de ejercitación:
El niño experimenta placer, e incluso asombro , al descubrir los movimientos espontáneos de su cuerpo. EL juego consiste en encontrar esos gestos hallados por azar; el niño experimenta así una satisfacción inmediata del movimiento realizado.
Jean Jacques Rousseau lo expresa así: “para aprender a pensar es preciso ejercitar nuestros miembros, nuestros sentidos, nuestros órganos, que son los instrumentos de nuestra inteligencia.”
En nuestros días encontramos los mismos fundamentos en la psicomotricidad: Por el movimiento, el niño desarrolla la coordinación espacio- temporal y los medios de comprenderse en relación con la proyección de su representación.
En el niño el juego de ejercicios es típico en los niveles de la sensoriomotricidad hasta llegar al V estadío. Esto no quiere decir que el juego desaparezca. Por una parte, se integra en formas más complejas y superiores, por otra , a medida que el niño domine otros esquemas de acción podrá realizar juegos de ejercicios de mayor nivel. Por ejemplo, con el desarrollo del lenguaje el sujeto infantil se divierte en pregunta (¿por qué?) lo que equivale a un verdadero juego de ejercicios.
Juego simbólico:
El niño toma nota de su entorno y le gusta imitar, a través del juego, el mundo exterior.
Es también hacer “como” el auto que arranca y “como” los pájaros que vuelan, tocando las estrellas. Es una apertura hacia el mundo fantástico. Es un puente entre lo irreal posible y el poblamiento de la realidad inexistente. Experiencia clave donde se apoyará la creatividad.Implican la representación de pensamiento, cuando aparecen los símbolos lúdiicos, éstos implican la representación mental de un objeto ausente.
Podría argumentarse que los juegos simbólicos individuales o colectivos marcarían diferencias significativas, como pensaron Wilhelm Stern o Carlotte Bühler. Piaget considera que la diferencias es sólo de grado, pero no de esencia.
El simbolismo colectivo no es de naturaleza distinta del proceso de interiorización mental. . Aún cuando el proceso se extienda a formas complejas, organizadas junto a los adultos (juego de roles en una comedia) sigue siendo la misma simbolización que puede volcarse a actividades de tipo constructivo.
Juego de reglas:
Aquí es necesario que de un factor social. Es en el contexto de las relaciones interpersonales que surge la exigencias de una regularidad impuesta. Desde luego, para que esto sea posible se requiere una cierta maduración de la inteligencia y un cierto abandono del egocentrismo.
¿Qué lugar ocupan los llamados juegos de construcción? Si un niño, en vez de simbolizar un puente, lo arma con ladrillos o piezas de su meccano, apreciemos que el elemento significante y el significado es uno sólo. Ya no hay simbolización, sino imitación, podríamos decir en primera instancia. El ejercicio, el símbolo y la regla aparecen en ese orden genético, con otras tantas etapas del desarrollo de la inteligencia y de la sociabilidad. Los juegos de construcción no supondrían para Piaget un factor nuevo a considerar dentro de la evolución. Situados entre el segundo y tercer período de las actividades lúdicas constituyen una cierta oscilación de la acción infantil, que puede asumir formas de trabajo inteligente (adaptativo) o de predominio imitativo (acomodación).