Mundo sonoro interno
Música: energía y alimento
La música es una forma de energía potencialmente capaz de movilizar al ser humano a nivel integral a partir de su nacimiento, más aún, desde la etapa prenatal. A través de la escucha, la música introyecta en el oyente una energía de carácter global que circula libremente en su interior o bien se proyecta y externaliza a través de las vías de expresión personal disponibles. De acuerdo con la circunstancia individual (edad, etapa del desarrollo, estado de ánimo, salud psicofísica, apetencia e identidad musical, etc.), un estímulo sonoro o musical es capaz de inducir una diversidad de respuestas: el bebé demuestra que reconoce la canción que entona su madre agitando alegremente sus miembros, el adolescente siente que la música que emerge del parlante lo sostiene física y anímicamente y lo ayuda a concentrarse en el estudio, el conductor de un vehículo viaja más seguro cuando la música lo acompaña, etc.
Además de funcionar como un factor energizante, la música (que también es materia sonora) impregna, alimenta y deja huellas concretas de su contacto y acción sobre la persona. Los sonidos provenientes del entorno y los emergentes de la experiencia musical del sujeto son internalizados, pasando a integrar el archivo que hemos dado en llamar MUNDO SONORO INTERNO. Del grado de movilidad y consiguiente desarrollo de este núcleo sonoro individual dependerá la producción más o menos temprana de respuestas específicamente sonoras (reconocido índice de musicalidad) como reacción a los estímulos musicales.
La afectividad juega un papel esencial en la absorción e implantación de las estructuras musicales. Durante las primeras etapas del desarrollo, es fundamental el vínculo afectivo que une al niño con la persona que suministra el alimento sonoro (madre, padre u otros familiares) así como también las condiciones y circunstancias en que dicho alimento se es ofrecido.
El niño que ha sido expuesto a un adecuado monto de estímulos musicales es capaz de configurar una imagen interna precisa de éstos; los sonidos y estructuras musicales internalizados presentarán para él un grado de concreción semejante al de los objetos “materiales“ integrantes del mundo externo, que percibe y conoce a través de la vista y el tacto. A partir de estos claros objetos sonoros, tempranamente internalizados, el niño iniciará el libre juego y la interacción con las estructuras sonoras del mundo externo. De este modo, desde la representación interna del sonido y la música, el sujeto “opera“ con la realidad sonora externa en un permanente feed-back; tales interacciones constituyen la base del futuro desarrollo creativo y mental que tiene como base la experiencia sonora..
Proceso de musicalización.
Música: comunicación
– La exposición activa a los fenómenos sonoros musicales conduce a una progresiva sensibilidad del sujeto en relación a los mismos. El proceso de musicalización, cuya génesis se remonta a las primeras interacciones sonoras del niño con el medio, tiene como objetivo implícito la apropiación e internalización de los objetos sonoros. Por lo tanto, dicho proceso supone un enriquecimiento interno del ser humano con la incorporación de las estructuras sonoro/musicales extraídas del mundo externo y, al mismo tiempo, la movilización y proyección del rico y personalizado caudal de representaciones sonoras que conforman el MUNDO SONORO INTERNO. Es en este punto en el que música: energía-alimento deviene música: lenguaje-comunicación.
– Se dice que una persona es musical o que está musicalizada cuando registra con rapidez y facilidad los estímulos sonoros y, como respuesta a éstos o de manera espontánea, tiende a expresarse musicalmente. Cuanto más sensible es un individuo, menor será la cuota de estímulo necesario para provocar en él reacciones inmediatas de carácter musical. A través de un proceso de musicalización (sea o no sistemático) la persona adquiere fluidez y dominio en el manejo del lenguaje musical (capacidad de decodificar los mensajes sonoros que registra y de producir mensajes musicales propios), lo cual equivale a “comprender” y hablar con naturalidad el lenguaje de la música.
– Actualmente se considera que la musicalidad es una dote común a todos los seres humanos. Por constituir un verdadero lenguaje y por ser a la vez una creación humana privilegiada, la música tendría que formar parte obligada e insoslayable de todo proceso educativo.
Mundo sonoro interno
La música que un individuo absorbe y guarda (consciente o inconscientemente) para sí mismo, pasa a integrar un fondo sonoro interno, peculiar y único, que podría considerarse el correlato sonoro de su identidad personal y, en consecuencia, un aspecto significativo de su “mundo interno”.
– Para Enrique Pichon-Reviere ”… el mundo interno se constituye por un proceso de progresiva internalización de los objetos y vínculos. Este mundo se encuentra en permanente interacción, interna y con el mundo exterior. A través de la diferenciación entre el mundo interno y externo el sujeto adquiere identidad y autonomía (sentimiento de la mismidad o vivencia del self)”. Por su parte, Ana Quiroga expresa: “Estas primitivísimas formas de inscripción o registro corporal, esta primitivísima capacidad de evocar al objeto, que se van desarrollando gradualmente desde los primeros instantes de vida posnatal y quizás antes, constituyen el antecedente de esa dimensión intrasujeto, escenario interior, trama argumental interna que reconstruye la trama vincular en que el sujeto emerge, dimensión a la que llamamos mundo interno”.
– Desde la óptica, la conducta musical aparece como una forma de proyección de la personalidad total en un código no verbal; el modo de interacción entre los mundos sonoros interno y externo constituyen así un rasgo individual característico. Sobre este punto, Ana Quiroga acota: “Este conglomerado de lo que se huele, lo que se toca, lo que se siente, lo que se registra como temperatura, como gusto como sonido, constituyen los pilares fundadores del mundo interno; porque dan origen a la presencia de otro en un espacio en el que no se encuentran discriminados los límites de lo interno y de lo externo. El sujeto empieza a formarse por la presencia de un conjunto de sensaciones, en donde lo sonoro es fundamental”.
– Deberíamos empezar a considerar nuestro mundo sonoro interno como algo propio, algo que nos pertenece, y dejar de pensar en la música como propiedad exclusiva de los músicos. Existe una cantidad de personas a quienes otorgamos la condición de “músicos“ a pesar de que su mundo sonoro interno es, de lejos, menos rico e interesante que el de otros que se autodescalifican musicalmente sólo por carecer de estudios académicos. Recordemos que se bien todo individuo mantiene un vínculo personal con la música (es dueño de ciertas músicas, de ciertos sonidos) muchos no se dan a sí mismos el permiso de indagar en su interior, de movilizar suficientemente los sonidos y la música que integran su propio mundo sonoro. En ala actualidad, los jóvenes no parecieran tener demasiado problema para conectarse con su mundo sonoro interior pues constantemente lo sacan afuera, lo muestran, lo comparten, lo danzan… Pero lamentablemente, las generaciones de los mayores siguen considerando la música como algo inalcanzable, y por ese gran respeto y el temor que la música así mistificada les inspira, renuncian a priori a pensar en la posibilidad de un contacto más íntimo y espontáneo con ésta.
Génesis de la conducta sonora
Violeta de Gainza
Temas de psicología social. Mundo sonoro interno, ediciones Cinco, Buenos Aires