Los saberes previos
“Cuando los chicos están ocho horas en clase, la novedad y la variedad son muy necesarias”
Una entrevista con el lúcido psicólogo español, sobre el aprendizaje significativo, la importancia de los saberes previos y la motivación de los alumnos.
Mario Carretero: Éste es uno de los conceptos clave de la renovación didáctica y está profundamente ligado a otro concepto esencial: la comprensión. Es un término fácil de definir en el sentido general, pero complicado para el trabajo del aula y los contenidos de la enseñanza.
Con mucha frecuencia el aprendizaje significativo no es lo mismo para el alumno que para el profesor, ni para la disciplina, ni para la sociedad. Y debe haber una toma de conciencia de que esto es así: el docente puede hacer hipótesis sobre cuáles serán los aprendizajes significativos para sus alumnos y encontrarse con que la realidad no es exactamente así.
En España y otros países se habla de diversidad. Y es clarísimo que, según los medios sociales, puede variar la importancia de los temas. No es lo mismo enseñarle a un niño de un colegio de elite de Buenos Aires que a otro de una escuela suburbana. Esto puede implicar que cosas que para el profesor son intranscendentes, para el alumno sean importantísimas.
El aprendizaje significativo es aquel que supone un interés del alumno y ocupa un papel central en el modelo mental que tiene del mundo; supone una conexión con el resto de lo que sabe y la posibilidad de compartir esos contenidos de aprendizaje con otros.
ZE: ¿Qué papel juega el acto de descubrir en el aprendizaje?
MC: Hay un enfrentamiento científico entre el aprendizaje significativo y el aprendizaje por descubrimiento. Pero esta polémica no tiene una sola respuesta. Depende de la etapa educativa, del contenido y del tipo de alumno al que hagamos referencia. Hay lugar para las dos corrientes y para otras. En un sistema donde los chicos están ocho horas en clase, la novedad y la variedad son muy necesarias.
ZE: ¿La clave está en hacer que los contenidos tengan puntos significativos para él?
MC: Es importante que el alumno perciba que la construcción de conocimiento es algo que se hace tomándolo en cuenta a él y a sus intereses. Esto no quiere decir que tengamos que partir sólo del interés del alumno.
La tarea del maestro está en ir vinculando los intereses del alumno, muy próximos a lo cotidiano y muy alejados de las materias, con los problemas que plantea su disciplina. Eso sí, no nos engañemos, éste es un trabajo muy difícil; pero es el desafío hermoso de ser profesor.
ZE: ¿Cómo inciden los saberes previos del alumno en su aprendizaje?
MC: Juegan una función muy variada: a veces facilitan y otras imposibilitan. En ocasiones, los conocimientos previos del niño están deformados o sus intereses son distintos.
Un chico dice que la historia “es aburrida: no es más que nombres y fechas, cosas que pasaron hace mucho y a mí no me interesan ni me afectan en nada”. El profesor tiene que vencer auténticas barreras para hacer significativo ese aprendizaje. A veces es mucho más “rentable” que el docente esté dos meses venciendo esas resistencias en lugar de dedicarse específicamente a los contenidos; creando motivación, interés, todo muy sutilmente.
El aprendizaje significativo puso énfasis en que la cantidad de contenidos no es lo más importante. Pero la sociedad presiona muy fuerte sobre el sistema escolar para mantener la importancia de los contenidos. Y los docentes terminamos interiorizando una presión que no es nuestra. Hay que tener el coraje intelectual de decirles a los padres que hoy la educación no va por ahí, que la educación enciclopédica con miles de contenidos, con cientos de materias, está siendo desconsiderada en la mayoría de los países del mundo.
Es muy fuerte la idea del alumno que egresa sabiendo las capitales de los países de Asia, las fechas históricas, la fórmula del oxígeno…, pero eso no es lo fundamental de la escuela. Lo fundamental es que el alumno se preocupe por un problema físico, que tome conciencia de hay una cosa llamada sida que en 20 años va a destruir gran parte de la población de África, que sea consciente de que hay un desastre ecológico y que no es un problema moral sino una cuestión científica, que sepa por qué hay un intercambio desigual entre los países, que Estados Unidos habla de libertad de comercio sólo para vender sus productos pero no para comprar. Es importante que lo sepa conceptualmente y se interese por estos temas, y lo haga en términos complejos. La escuela debe favorecer la comprensión, que los alumnos sepan de qué se habla. Pero no creamos a la escuela el centro del mundo. El contexto social del alumno es el que determina en gran medida sus opiniones.
ZE: Un aprendizaje significativo no se asimila arbitrariamente…
MC: Sin duda. Es importante que la escuela se vea a sí misma como una institución dentro de la sociedad en que vive. Luego del horario de clases una escuela no se usa para competencias deportivas, para conciertos, para reuniones, ¿por qué? Éste es sólo un ejemplo de la falta de inserción de la escuela en el contexto social. Toda la sociedad tiene que apoyar a la escuela, y ésta tiene que exigir que se la apoye. De todos modos, la sociedad argentina tiene una altísima valoración de la educación.
La importancia del estímulo
ZE: ¿Qué pasa con la motivación?
MC: Es uno de los temas obligatorios dentro de las actividades psicológicas en relación con la educación. Es una demanda permanente de todos los profesores, que viven este asunto como grave. Plantean “¿qué puedo hacer para motivar a mis alumnos?, ¿por qué despliego distintas actividades y mis alumnos siguen pasivos?”. Algunas causas están fuera de la escuela; otras, dentro del aula.
Podemos hablar de motivación en dos planos: en el sentido psicológico del alumno, y en el sentido del sistema que el aula o la institución fueron generando. El profesor debe entender que no es que el chico no tenga motivación, sino que tiene un estilo motivacional o intereses que no coinciden con el que la escuela le presenta.
ZE: Interés no es lo mismo que motivación.
MC: Es sólo una parte, no toda. Es el inicio de la motivación. Casi todos los adolescentes tienen interés por la informática. Si se los pone frente a una computadora, despliegan una gran actividad con ella. Pero si se los deja, al cabo de unas semanas no todos se enganchan con ella. La computadora genera de entrada un interés bárbaro pero no un sistema motivacional continuado.
En lo que hace al aula, el profesor tiene que plantearse qué es motivante para el grupo, no puede hacerlo para cada uno, se volvería loco. Y luego mantenerlo.
ZE: ¿La motivación es un paso previo al aprendizaje?
MC: No, están profundamente unidos. Son dos caras de la misma moneda. Lo que sí necesitamos manejar bien antes del aprendizaje es el interés. Sin ese interés inicial es imposible que el chico se conecte. Alumnos brillantes, con una mente poderosa que fuera de la escuela hacen cosas espléndidas, cuando llegan al aula no logramos que se conecten y desarrollen toda su potencialidad. Entonces es importante que el profesor elabore las cosas y las presente de manera que enganche con el interés de los chicos. Pero no siempre se puede.
Hay una parte de la motivación que está intrínsecamente unida al aprendizaje y se va produciendo al mismo tiempo.
ZE: Para aprender hay que motivar y para motivar también hay que aprender…
MC: Exacto. El alumno no se motiva con maravillosas promesas de que va a pasarlo muy bien. Se va a ir motivando conforme vea que las cosas que hace son interesantes, mejoran su capacidad, son útiles para su vida, que las puede compartir con otros, que le hacen comprender más la realidad en la que se mueve. Un profesor debe preguntarse cada tanto si está consiguiendo eso. Si no, empezamos las clases con mucha euforia; al cabo de tres meses nos damos cuenta que sólo dimos un tema y empezamos a correr, no miramos las caras que ponen los alumnos. Después vemos que ya no nos siguen, y cuando faltan tres meses para terminar las clases están en otra galaxia y es imposible entender porque nos obsesionamos con que no se consiguió el objetivo.
Mario Carretero es doctor en psicología. Es coordinador del posgrado Constructivismo y Educación en FLACSO y es a la vez catedrático de Psicología Cognitiva en la Universidad Autónoma de Madrid. Su especialidad es la psicología del aprendizaje y el conocimiento. Se formó en España, se desempeñó en los Estados Unidos y su trabajo se fue orientando hacia la labor con profesores. Autor de diversos materiales sobre el tema, su tarea se centra en la educación, pero aclara que “la psicología debe seguir teniendo su identidad propia; desde allí es donde los psicólogos pueden enseñar cosas y también intentar aprender”.
LOS SABERES PREVIOS EN LA ADQUISICION DE CONCEPTOS:
Una secuencia didáctica para el aprendizaje de conceptos organizada con actividades de exposición –ya sea mediante las explicaciones del docente o frente a un texto escrito– debería constar de tres fases:
1. Introducción para activar los conocimientos previos de los alumnos que funcionarían de organizadores previos y serviría de puente cognitivo con la nueva información contenida en la exposición. Dicho de otro modo, estos conocimientos previos servirían de anclaje para las actividades posteriores. Por ejemplo: observar imágenes, clasificar fotografías de acuerdo con criterios propuestos por los alumnos, escribir una definición, dar ejemplos, responder preguntas, etcétera.
2. Presentación del material de aprendizaje que puede adoptar diversos formatos: textos, explicaciones del docente, conferencias, etcétera. Lo importante es que los materiales se encuentren bien organizados y esta organización sea explícita. Por ejemplo: trabajar con el libro de texto, leer artículos de carácter científico, ver un video, etcétera.
3. Consolidación mediante la relación explícita entre las ideas previas que han sido activadas y la organización conceptual de los materiales. Algunas actividades posibles pueden ser: comparar, ejemplificar, buscar analogías, relacionar, aplicar, etc., que pueden realizarse de manera individual, en pequeños grupos o en grupo total.
¿Qué podemos hacer para conocer los saberes previos de nuestros alumnos?
Es indudable que, para el docente, es necesario conocer los saberes previos que han construido los chicos, sean éstos correctos o no, porque es a partir de ellos que se elaborarán los nuevos conceptos. Difícilmente podrán comprender la expresión corrientes colonizadoras si no han comprendido anteriormente el concepto de colonización. Desde esta perspectiva, se plantea la necesidad de conocer qué saben, conocen o creen nuestros alumnos acerca de conceptos que se vinculan con otros nuevos que serán objeto de enseñanza.
Existen varias técnicas para indagar los conocimientos previos como:
– Responder cuestionarios abiertos, cerrados o de opción múltiple.
– Resolver situaciones problema que consistan en sucesos frente a los cuales los alumnos deban realizar anticipaciones o predicciones. Por ejemplo: ¿Por qué pueden volar los aviones?, ¿por qué hay países pobres y países ricos?
– Diseñar mapas conceptuales.
– Confeccionar diagramas, dibujos, infografías.
– Realizar una lluvia de ideas.
– Trabajar en pequeños grupos de discusión.
– Preparar maquetas.
– Otros.
La tarea del docente en este tipo de propuesta implica una concepción dinámica de la enseñanza, dirigida a sujetos activos y capaces de participar efectivamente en la adquisición significativa de nuevos contenidos.
Es importante señalar que las técnicas no sólo sirven de diagnóstico, sino que dan lugar a que los alumnos activen sus saberes previos.
Estas técnicas pueden ser de utilidad para el docente pero también para los chicos en la medida en que –según sus posibilidades madurativas- pueden tomar conciencia de sus ideas implícitas, justificar sus creencias, reflexionar sobre ellas, enfrentarse a sus propias contradicciones y compartir otras informaciones u otros puntos de vista.
Desde esta perspectiva, las propuestas de enseñanza que se desarrollen en el aula, suponen una concepción de alumno activo, pensante, y cognitivamente capaz de comprender qué está aprendiendo.
Para terminar
– Para enseñar conceptos es necesario partir de los conocimientos previos de los alumnos diseñando situaciones en las que estos saberes se activen.
– Es preciso enfrentar a los alumnos con sus propias ideas – explícitas o implícitas para reflexionar sobre ellas y confrontarlas con las de los demás.
– Las ideas de los alumnos, aunque “erróneas”, no constituyen obstáculos sino vehículos a partir de los cuales se edificarán los nuevos conceptos.
– El aprendizaje de conceptos es un proceso gradual que requiere de un cambio paulatino de unas estructuras por otras, de concepciones implícitas por otras explícitas más avanzadas.
Mario Carretero
Revista Zona Educativa. Edición 1998
Para ampliar la información sobre este tema:
C. Coll, J.I. Pozo y otros. Los contenidos en la Reforma. Enseñanza y aprendizaje de conceptos, procedimientos y actitudes. Buenos Aires, Santillana, Aula XXI. 1994