Lateralidad
La orientación derecha-izquierda </>
Es un aspecto muy específico de la organización espacial. Al tener una parte delantera (y por tanto una parte trasera), porque tenemos una asimetría anteroposterior, el plano sagital medio (anteroposterior), que pasa por el centro del cuerpo, divide el espacio que nos rodea en dos mitades que hemos denominado derecha e izquierda. El dominio de esos términos se consigue no sin ciertas dificultades, y muchos niños, e incluso adultos, experimentan problemas para reaccionar de sopetón a las órdenes que reciben, probablemente porque estos términos poseen un valor relativo y no un valor absoluto.
La aplicación o el traspaso de la orientación derecha-izquierda al mundo exterior se hace al principio simplemente por traslación directa (considero como “la parte delantera” de un objeto la parte más alejada de mí o por reflexión (la “izquierda” de la persona que tengo delante es la misma que la mía), lo que, por supuesto, ocasiona errores (si me pongo delante de los niños, mi mano derecha levantada corresponde al lado a su mano izquierda). Cuando estas nociones son aún confusas, sobre todo en preescolar, si queremos utilizarlas, tendremos que orientarnos (mirar) en la misma dirección que los niños. Si les decimos a los menores de seis años que cojan el lápiz con la mano derecha tendremos que ponernos de espaldas a ellos durante algunos segundos para que vean directamente nuestra mano derecha levantada y hagan la traslación sin problemas.
Para conocer el grado de conocimiento de estas nociones por parte de los niños así como las que van asociadas a la representación mental y a la reversibilidad existen diversos cuestionarios o pruebas (Piaget, 1928; Laurendeau y Pinard, 1968; Rigal, 1994). También permiten diferenciar el reconocimiento de la identificación derecha-izquierda y evaluar las aptitudes de rotación mental de los niños y su posibilidad para tener en cuenta otros puntos de vista que el suyo. Hacia los seis o siete años de edad, empezamos a aplicarlos a nuestro cuerpo (“Enséñame tu mano derecha”), antes de pasárselos a otra persona, hacia los ocho años (“Enséñame mi pierna izquierda”), y aplicarlos entre las otras personas, después de los nueve años (“Pablo ¿está ala derecha o a la izquierda de su madre?”. Para pasar estas pruebas, en las que las personas pueden estar de espaldas o de frente en las imágenes, hay que dominar la rotación mental para imaginar lo que otros pueden ver, a partir de lo que yo veo.
En efecto, no será hasta que el niño efectúe una rotación mental de su orientación con respecto a la de otra persona (por reversibilidad) cuando todo volverá a estar en orden: entiende que una rotación de 180° cambia de lado la derecha y la izquierda con relación a la persona que tiene delante. La aplicación de estas nociones a los objetos requiere más tiempo. pues éstos no presentan orientación por sí mismos: “salta a la derecha del aro” no quiere decir nada, ya que el aro es simétrico . Para que este ejercicio tenga sentido y me permita comprobar que un niño domina correctamente estos conceptos, necesito cambiar las órdenes y decir, por ejemplo, “salta para que el aro quede a tu izquierda”: es el sujeto orientado y no el objeto el que sirve de punto de partida. En la medida en que utilicemos constantemente estas nociones, de manera directa o indirecta, los niños tendrán que dominarlas bien, tanto en la orientación espacial como en los aprendizajes escolares.
La lateralidad, y de manera especial la manualidad, sólo desempeña un papel menor en la adquisición de dicha noción (Rigal, 1976, 1994), motivo por el cual la orientación derecha-izquierda debe disociarse de la lateralidad. Así es, la lateralidad ayuda a tomar conciencia de que existen dos lados simétricos del cuerpo a los que se les ha dado el nombre “derecho” e “izquierdo. Los niños que siempre usan el mismo para realizar las acciones de la vida diaria gozarán, en principio, de un refuerzo positivo, que asocia un término repetido a menudo, en un lado del cuerpo. La experiencia demuestra que no es hasta los cinco años cuando un alto porcentaje de preferencia es indicador de una mejor aplicación sobre sí mismo de los términos “derecho e izquierdo” (Rigal, 1976; 1994). Así, pueden enseñar mejor la mano derecha, el ojo izquierdo, etc. Después de esta edad, la superioridad funcional desaparece en beneficio de una actividad cognitiva. La orientación derecha-izquierda pertenece al orden del conocimiento; los términos empleados son “a la derecha” y “a la izquierda de”, con referencia a una persona: Pablo está “a la derecha de” María. </>
Roberto Rigal
Educación motriz y educación psicomotriz en Preescolar y Primaria. Ed INDE. Barcelona, 2006. </>