La voz humana
Ya que el hombre no es más que “un animal que habla”, es probable que nuestros lejanos antepasados encontraran instintivamente en los fenómenos sonoros de su entorno cotidiano los primeros modelos que dieron forma a los embrionarios moldes de su actividad vocal.
Ellos, imitando el grito o el gruñido de un animal, el canto de un pájaro, el murmullo de una corriente de agua, el chapoteo de la ola, el estruendo de la tempestad o del trueno, o descubriendo el fenómeno del eco que devuelve misteriosamente los sonidos, es muy probable que intentaran establecer una especie de relación con estas manifestaciones de origen sobrenatural, casi invisibles.
Es probablemente así como el hombre primitivo llega a dominar, clasificar y organizar el conjunto de signos vocales que es capaz de emitir. Poco a poco, el sonido va formando parte integral de esta cultura en vías de formación para luego convertirse en palabra, primero para designar objetos y después para describir las diferentes funciones que le son atribuidas. Imperceptiblemente, a través de esta conceptualización de la idea abstracta nacerá la posibilidad de expresar un sentimiento, de compartir una emoción.
En una palabra: la comunicación. “Junto al mundo de la palabra surgió así otro nuevo mundo, el de los sentimientos socializados expresados en imágenes especialmente creadas por el hombre con tal fin. Con ello nacían el arte primitivo, la escultura y la música… La explicación más plausible es que los primeros sonidos de un tono particular definido fueron los sonidos del habla, que poseían ya una significación humana.
Es interesante observar que los musicólogos que han estudiado la música de pueblos actuales con formas arcaicas de cultura, tales como los aborígenes de Tierra del Fuego o los Vedas[1]de Sri Lanka, han constatado que el canto es la única forma musical que les es familiar y que existe una semejanza sorprendente en la estructura musical de sus cantos, los cuales en su inmensa mayoría consisten en una secuencia de sólo dos o tres notas, sin que exceda del intervalo de una tercera mayor.
… La capacidad para distinguir los sonidos musicales surgió así de la capacidad para distinguir diferencias de timbre, y es éste otro mecanismo fisiológico peculiar del hombre. Tal capacidad se fue sistematizando y desarrollando a medida que se desarrollaba la música misma. Sin embargo, ésta no se separó completamente del habla.
Existen muchas lenguas conocidas en las que las diferencias de tono ayudan a distinguir palabras e incluso sílabas distintas.
… El sonido se dividía ahora en fonemas y sílabas separados, pero en la forma del acento continuó su existencia como elemento inarticulado de las palabras completas que representaban objetos o conceptos.
El acento es un vestigio del primitivo sonido hablado, pero ahora desempeña una función nueva que antes no existía. No obstante, el habla es algo más que la suma de las palabras que la componen. Las palabras fluyen juntas en frases completas, y lo que las vincula entre sí, lo que indica sus funciones particulares (interrogación, exhortación, exclamación), lo que muestra qué elementos de la frase son los más importantes para el sujeto que habla, etc., sigue siendo el sonido, esta vez encarnado en la entonación del sujeto.
La entonación es otro vestigio del sonido primitivo, probablemente incluso animal (los animales, “mudos”, incapaces de imitar los sonidos del habla, pueden sin embargo imitar a veces con bastante exactitud la entonación humana).
El lenguaje del hombre contiene todavía otro vestigio de su ascendencia animal: las interjecciones, esas expresiones inarticuladas que facilitan la manifestación de las emociones más elementales –el miedo, la sorpresa, la alegría, el dolor, la admiración, etc.,- sin emplear palabras.
Las interjecciones se asemejan de una a otra lengua, aunque no sean idénticas. Para expresar la sorpresa un ruso dice “Oj” o “Ah”; un francés, “Oh la la”; un español o hispanoamericano, “Oh”; un alemán, “Ho Ho”, y un papú de la tribu de los asmar: “Vu”. Otro antiguo retrato de sonidos que subsiste en diversas lenguas es la onomatopeya. Para imitar el canto del gallo un ruso dice “kukareku”; un francés, “cocorico”; y un español, “quiquiriquí”. … El sonido ha sido socializado, se ha convertido en propiedad común de toda la humanidad pero al mismo tiempo sigue siendo un elemento importante de lo que confiere carácter humano a cada individuo.
El sonido –el sonido hablado- pone a nuestra disposición toda la riqueza de los conocimientos y de la experiencia social. El sonido –el sonido musical- enriquece el mundo de nuestras emociones (…).
Los sonidos del hombre son sonidos sociales y el mundo del sonido humano es un mundo social.
… En la base del sistema de sonidos de toda lengua hay una visión peculiar del mundo que se expresa en esa lengua, en sus sonidos, sus palabras y sus formas gramaticales. Poder aprehender esa visión, siempre nueva y siempre sorprendente, ver el mismo mundo con distintos ojos, constituye un gran placer del que hoy pueden gozar un número cada vez mayor de personas. Artículo publicado en el Correo de la UNESCO- Nov. 1976 [1] Son los libros sagrados en lengua sánscrita, atribuidos a la revelación de Brama. Contienen las plegarias, himnos (cerca de 80.000 versos) y juegan un papel análogo al de la Biblia para el judaísmo y el cristianismo.
Los brahamanes aprenden de memoria largas secuencias y ciertos mantras (estrofas de tres o cuatro versos) son utilizados con motivo de los ritos domésticos (casamientos, funerales,…)
Alexei A. Léontiev
Correo de la Unesco 143