La música y su representación corporal
“El perfeccionamiento de los movimientos en el tiempo asegura la conciencia del ritmo musical”
Jaques-Dalcroze
La orientación del movimiento es el resultado de una combinación espacio-tiempo que requiere adaptarse a la situación.
Todas las acciones que reclaman una anticipación, organización, coordinación o seguimiento apelan al aspecto temporal del movimiento. Y aunque no siempre es fácil estimar la importancia relativa de cada uno de estos aspectos, por lo menos sí sabemos que ninguno puede prescindir del concurso del otro.
Es el aspecto temporal del movimiento el que la música privilegia. La música ofrece, en efecto, a quien sabe valerse de ella, un extenso abanico de medios aptos para subrayar o suscitar las acciones del niño, hacerlas durar o modificar su curso para que aprenda a valerse de sus mecanismos de inhibición y disociación en tiempo, espacio e intensidad.
Cuando representamos dramáticamente con nuestro cuerpo en sincronía con la música estamos poniendo en juego la capacidad de dominar el tiempo de desarrollo musical, duración de sonidos y silencios, periodicidad, simultaneidad alternancia, repeticiones, detenciones, medidas, tempo, cambios de velocidad, anticipaciones, retrasos, pausas, orden de sucesión de frases, etc.
En el plano de la representación, la música da una “imagen sonora” del movimiento, imagen que le confiere una realidad objetiva. La música que oímos y percibimos de forma inmediata tiene su fuente, no obstante, fuera de nosotros. Esta música desempeña un papel fundamental para la toma de conciencia.
Marie-Laure Bachmann