La función lúdica del lenguaje en las canciones populares infantiles -parte 3-
En un somero análisis de los elementos que lo configuran como canción infantil, lo primero que llama la atención es la interjección onomatopéyica ¡guá! Continuaríamos con los versos tercero y cuarto, en donde la jitanjáfora, el vocablo sin sentido, es evidente. Se utiliza para dar lugar a la rima encadenada, rimando en asonante los cuatro versos primeros de la composición, de la siguiente manera: a, b, a b
El pareado que sigue a continuación conforma su rima asonante con dos elementos totalmente distantes semánticamente: Unión y melocotón; por lo tanto, entraría aquí en juego nuevamente el elemento lúdico del lenguaje a que da lugar la analogía fonética, no semántica.
Aquí vemos también como, para conseguir el ritmo, se utilizan, además de vocablos onomatopéyicos, interjecciones y frases interjectivas, cuya característica común es que muchas de ellas hacen alusión a términos religiosos y, más concretamente, a la invocación a la Divinidad.
No hay que olvidar que la religión, durante siglos, ha jugado una baza importante en el léxico de las gentes, hasta el punto de lexicalizar una serie de términos pertenecientes a este campo semántico, tanto en canciones como en refranes, frases hechas e incluso expresiones de uso cotidiano, como por ejemplo:
* ¡Jesús!, decimos a alguien cuando estornuda. En esta canción se nos presenta mediante un alargamiento por infijación de la vocal -e-.
* ¡Gracias a Dios!, exclamamos cuando algo que temíamos perder o que nos saliese mal, nos resulta de manera favorable.
* ¡Que Dios se lo pague! es una frase corriente en muchas zonas de Andalucía para dar las gracias.
* ¡Válgame Dios! o también ¡Jesús! suelen ser expresiones usuales de asombro o utilizadas cuando alguien se escandaliza por algún motivo.
Y todo ello, lengua popular y viva, no podría estar al margen de la expresión infantil por excelencia: la canción, como se ha observado en el anterior ejemplo, o como se pone de manifiesto en esta tonada para averiguar dónde está la china:
Palomita blanca, reblanca
¿qué llevas en el pico?
Aceite y vinagre
para Jesucristo.
Jesucristo me dirá
si es mentira o si es verdad.
En ésta, en ésta o en ésta está.
canción en donde el leixa-pren está presente, como fórmula rítmica, en los versos 4 y 5.
El ritmo se obtiene aquí mediante la repetición: en el primer verso del vocablo blanca (blanca, reblanca) y, en el último, jugando con En ésta, en ésta o en ésta está, términos que le marcan el ritmo.
* Están presentes también algunos de estos conceptos en:
Tres palomitas
en un palomar;
suben y bajan
al pie del altar;
rezan a Dios,
¡Santa María,
Madre de Dios!
* Así mismo, en las burlas (llegando en ocasiones a la irreverencia -cosa que no se da en el ejemplo elegido-) se utilizan personajes o elementos relacionados con la religión, como es el caso de:
A San Pedro, que era calvo,
le picaban los mosquitos,
y su madre le decía:
– Ponte el gorro, Periquito.
En esta composición, en donde el ritmo es, como en todas las composiciones infantiles, esencial, se observa un término típico también de estas manifestaciones: el uso del diminutivo, en este caso con función de hipocorístico, Periquito.
Si, como he citado al principio, de la época medieval proviene el gusto por este tipo de composiciones, esto puede contrastarse en la estructura de leixa-pren presente en parte del siguiente ejemplo utilizado para echar a suertes, en donde juega un papel preponderante el elemento reiterativo, esencial en la rima interna y en su rima propiamente dicha:
Don Pepito el verdulero
se cayó en un sombrero,
el sombrero era de paja,
se cayó en una caja,
la caja era de cartón,
se cayó en un gran cajón,
el cajón era de pino,
se cayó en un pepino,
el pepino maduró,
y don Pepito se salvó.
En esta fórmula de echar a suertes, los elementos absurdos y sin sentido que se observan, si tomamos algunos de sus elementos sueltos, acaban teniendo, en conjunto, una significación, puesto que si eliminamos los términos reiterativos que conforman la composición, así como las yuxtaposiciones, tal y como se nos presentan, semánticamente encontraríamos antes su sentido, y la historia quedaría de la siguiente manera:
Don Pepito, el verdulero, se cayó en un sombrero de paja; después en una caja de cartón, posteriormente, en un cajón de pino y, a continuación, en un pepino que maduró, con lo que don Pepito se salvó.
* Todos los ejemplos hasta ahora citados demuestran que el niño necesita de esta serie de elementos para su normal desarrollo psíquico e intelectual, en el que el juego desempeña un papel preponderante.
Muchos de estos juegos necesitan de la mímica y llevar un determinado ritmo en un momento concreto, como es el caso de la conocida canción para el juego de prendas, Antón pirulero, que no es solo un excelente ejercicio de psicomotricidad, sino también de atención continuada en la acción que se está llevando a cabo, atención que, siendo tan dispersa en las edades infantiles, se ejercita y se agudiza en esta ocasión para poder seguir el juego sin ser penalizado:
Antón, Antón,
Antón pirulero,
cada cual, cada cual,
atienda su juego,
y el que no atienda
pagará una prenda…
Como es bien sabido, el niño atraviesa por una serie de difíciles fases en su desarrollo integral. De ellos, los más problemáticos están relacionados con la adquisición de la psicomotricidad y del lenguaje, así como con el desarrollo del intelecto, los cuales tienen lugar en la etapa infantil y, más concretamente, en los primeros estadios de su desarrollo evolutivo.
Mediante los estudios realizados por diferentes psicólogos y psiquiatras infantiles, como Piaget, Osterrieth, John L. Phillips, Sartain, North, Strange, Chapman, Freud, etc., se ha descubierto cómo en la adquisición del habla es importante el contacto directo con los usuarios de la lengua que se va a aprender, pues al ser la imitación una característica de estas edades, será este recurso el que deba explotarse al máximo para conseguir un objetivo esencial: la competencia lingüística del futuro usuario de la susodicha lengua.7 ¿Y qué medio más fácil y agradable para ayudarle a aprender el vehículo expresivo que utilizará durante el resto de su vida, que mediante breves canciones o frases en donde la musicalidad sea el signo peculiar y donde la concordancia de las estructuras lingüísticas estén correctamente utilizadas y puedan servirle de base para la construcción de futuras frases que le ayuden a expresar sus pensamientos?
La musicalidad de cada lengua la aprende el niño de labios de su madre cuando, por ejemplo, intenta dormirlo mediante un tierno son: una canción de cuna:
A ro ro mi niño
que tengo que hacer,
lavar los pañales,
y hacer de comer.
O también:
Este niño chiquito
no tiene cuna;
los brazos de su madre
le han hecho una.
O:
Pajarito que cantas
en la laguna
no despiertes al niño
que está en la cuna.
Ea la nana, ea la nana,
duérmete lucerito
de la mañana.
El uso del diminutivo, como elemento afectivo por excelencia, está puesto de manifiesto en estos dos últimos ejemplos, así como la ternura que se desprende de las palabras que conforman estas tres nanas.
* Cuando la criatura comienza a tener un conocimiento mínimo del mundo que le rodea, y a comprender los pequeños mensajes que su madre le intenta transmitir, es bueno que ello se lleve a cabo a través de rimas sencillas, tipo sentencia, que surgirán también de boca de su madre, cuando se hiere o se hace daño, sentencia que gusta de oír; por una parte, porque le confortan espiritualmente y, por otra porque, al ser cortas, son también fáciles de aprender.
A esta facilidad de aprendizaje contribuye, de manera, esencial el que dicha manifestación esté expresada en forma poética.
* Otras muchas canciones con carga positiva, en donde la inocencia sea la base de la expresión, deberían enseñarse a los niños pues, en la actualidad, nuestras aulas de primaria están repletas de niños que carecen de este bagaje afectivo lo que, unido a esa carga agresiva, a esas imágenes violentas que reciben diariamente a través de los medios de comunicación, así como de los juegos electrónicos de batallas simuladas, están insensibilizados, lo que se ha convertido ya en un peligro para su formación, no sólo ética, sino también integral.
Por la gravedad que esto ya supone, debería hacerse una llamada de atención a nuestra sociedad, pues ello está dando pie a la formación de una generación deshumanizada que sólo seguirá en el mundo siguiendo la llamada instintiva de la supervivencia, sin más raciocinio que el que suponga ser el que llegue primero, sea como sea, y los demás, que se las arreglen como puedan: la ley de la selva.
Para mitigar toda la carga de violencia existente en la actualidad debería hacerse más uso de las canciones para ellos compuestas, pues es una forma de enseñarles a convivir en armonía.
Igualmente sería importante fomentar en los niños el uso de ensalmos en los que se les inculquen una serie de valores, entre los cuales, la tolerancia debería ocupar un papel relevante y, por lo tanto, sería básico en la educación.
En ocasiones vemos por la calle a hermanos pelearse a puñetazos y patadas ante sus madres, siendo estas incapaces, en momento tan oportuno de enseñarles qué es la tolerancia, y a veces las disputas son resultado, simplemente, de una pregunta como por ejemplo: ¿qué tienes ahí?, mientras que con un dedo ha tocado levemente el juguete que el otro llevaba en la mano.
Toda esta carga de violencia puede mitigarse hasta llegar a la concordia máxima y a la tolerancia, mediante fórmulas o canciones que, de forma metafórica, les indiquen, por ejemplo, que han perdido algún derecho o algún privilegio por un descuido y que, de forma pacífica, pueden volver a recuperarlo.
Para ello, podrían utilizarse analogías tales como:
– Quien fue a Sevilla
perdió su silla.
– Quien fue y volvió
la recobró.
retahíla que se utiliza, en la mayor parte de las ocasiones, en su sentido real, cuando el niño se levanta y su asiento es ocupado por otra persona, siendo la mitad de la misma pronunciada por el usurpador y el resto por el primer ocupante del asiento, cuando éste es recuperado.
*Al alcanzar el niño la edad de tres o cuatro años, tiene el intelecto desarrollado de manera tal, que puede comprender una historia completa. Es entonces el momento de narrarle cuentos muy breves, o hacerles creer que se le va a contar alguno. Muchos de ellos suelen encerrar una pregunta con dos posibles respuestas pero que al final, conteste lo que conteste, dará lugar a la repetición de toda la narración. Ejemplo de ello podría ser:
– ¿Quieres que te cuente el cuento
del gallo Pelado?
– Sí (responde el niño).
– No te digo que si sí ni que si no,
sólo quiero que me digas si
quieres que te cuente el cuento
del gallo Pelado.
– No (responde el niño).
– No te digo que si no o que si sí,
sólo quiero que me digas si
quieres que te cuente el cuento
del gallo Pelado…
Y la historia, utilizada para distraer a niños muy pequeños, pero que comienzan a adquirir la capacidad del lenguaje, puede continuar así durante un buen rato hasta que llegue a darse cuenta de que intentan tomarle el pelo.
No obstante, este tipo de cuentos es pedido con asiduidad por la chiquillería que tiene la suerte de tener junto a si a alguien que se preocupe de su formación integral, posiblemente a la espera de que, en algún momento, acaben las respuestas dadas por el adulto y este llegue alguna vez a contarle dicha historia, y el adulto debe aprovechar esta oportunidad para mantener su atención y hacerles reflexionar. Además, es una manera ideal de iniciar un diálogo, cuando el niño diga, por ejemplo: ¿Pero cuándo me lo vas a contar?
* Con un matiz semejante, pero sólo admitiendo la respuesta sí funciona otro cuentecillo muy conocido:
Este era un rey que tenía tres hijas,
las metió en tres botijas
y las tapó con pez.
¿Quieres que te lo cuente otra vez?
Si la respuesta es afirmativa, la composición vuelve a narrarse. Si es negativa, se acaba aquí pero, generalmente, el niño suele responder sí un par de veces, siendo esta, aparte de una manera entretenida de pasar el tiempo, un medio para aprenderlo y así poder él obrar de la misma manera que el adulto en un momento dado, intentando imitarlo, con lo que la composición cumple su misión: dar al niño, mediante elementos lúdicos, un motivo para expresarse y aprender las nuevas estructuras lingüísticas y las palabras que conformarán su vocabulario como futuro usuario del idioma, así como fomentar su memoria, a lo que ayuda, como queda bien patente, la rima utilizada y el ritmo de la historia.
* Cuando el niño es muy charlatán y la madre quiere hacerlo callar un rato, un recurso muy usual es contarle el cuento de Mariquilla Sarmiento:
Mariquilla Sarmiento,
fue a cagar
y se la llevó
el viento.
Cagó tres pelotillas:
una para Juan,
otra para Pedro
y otra para el que
hable primero.
¡Y yo puedo hablar,
porque tengo las llaves
del sacristán!
¡Tarán, tan, tan!
¡Tarán, tan, tan!
con lo que el niño, si no quiere ser regalado con tan indeseado presente, callará, al menos durante un rato, mientras permanezca en su memoria la sentencia de los versos escuchados.
* Si el infante no es capaz de retener en su memoria estas pequeñas historias, ello puede ser motivo de alarma por parte de los padres y, por lo tanto, habrá llegado el momento de consultar con un facultativo, pues ello puede ser debido a algún trastorno mental, con lo que, esas pequeñas canciones e historias, que se habían tomado por inútiles, habrán sido el factor determinante para poder descubrir cualquier anomalía en su cerebro: bloqueos, dislexias, dislalias, etc., y poder atajarlas antes de que sea demasiado tarde y perjudique su futuro desarrollo intelectivo.
continúa…