Integrando música, lenguaje y voz en la terapia musical -II-
Orff y Kodaly, decidieron usar canciones de la herencia popular en el contexto de la adquisición del lenguaje debido a las profundas raíces de la música en la cultura personal. Silvia Nakkach, sobre cuyo trabajo leeremos en la sección 4: Terapia musical y la voz en el ejercicio psicoterapéutico, también ha basado su modelo de Vox Mundi en lo significativo de la salmodia indígena y las vocalizaciones, y la excepcional contribución que las entidades culturales-vocales juegan en la expansión y apertura de la psique.
La músicoterapia en la recuperación
El compositor y científico Robert Jourdain (2002) considera que el fraseo es el paralelismo más cercano entre el lenguaje y la música. “El fraseo divide largos grupos en trozos comprensibles” (p.275) Jourdain, en su texto; Música, el cerebro y éxtasis (Music, the Brain, and Ecstasy), explica cómo la teoría actual en neurología complica la premisa comunmente aceptada de que la música es una habilidad del hemisferio derecho del cerebro mientras que el lenguaje es una función del hemisferio izquierdo. Incluso, como él señala, que las áreas auditivas del hemisferio derecho favorecen un análisis tonal y las áreas auditivas del hemisferio izquiero parecen favorecer las consonantes del lenguaje hablado. Esbozando una revisión de nuestro conocimiento actual y nuestros intentos por entender la lateralización cerebral de los mecanismos de producción y recepción del lenguaje; afasia, alexia, agnosia y apraxia, Jourdain destaca el dilema más actual de la neurología: la amusia. Se piensa que la amusia es la menos específica de todos estos síndromes porque es la más difícil de localizar. Además, mientras que “tiende a haber una distinción específica entre amelodia (pérdida de la habilidad melódica del hemisferio derecho del cerebro) y arritmia (pérdida de la habilidad rítmica del hemisferio izquierdo), la organización cerebral para la música es mucho más diversa y cambiante que la del lenguaje” (p.292) la capacidad musical está mucho menos distintivamente mapeada. Comparando las puntuaciones de 100 participantes, 41 hombres y 59 mujeres, en 8 pruebas musicales, con puntuaciones en 6 pruebas psicológicas estandarizadas de habilidad cognitiva, Steinke, Cuddy y Holden (1997) mostraron que la inteligencia musical puede estar marcadamente separada de otras capacidades del pensamiento.
Quizás la característica más angustiosa de muchas enfermedades degenerativas es la desintegración de la habilidad de la mente para organizar, recuperar, sintetizar y producir el lenguaje. En los últimos 20 años, ha habido muchos reportes de cómo la música y el ritmo ayudan al el entrenamiento del modo de caminar, para mejorar su funcionamiento en ancianos (Thaut and McIntosh, 1999) así como en pacientes con ataque hemiparético (Thaut, McIntosh, and Rice, 1997) y Mal de Parkinson (Miller, Thaut, McIntosh and Rice, 1996), sin embargo, hay menos reportes del uso de la músicoterapia en la recuperación del lenguaje.
De acuerdo con Sparks y Holland (1976) la terapia de entonación melódica (MIT, por sus siglas en inglés), puede ser efectiva para algunos pacientes con afasia. La entonación melódica se basa en tres elementos de la prosodia hablada: la línea melódica, el ritmo y los acentos del lenguaje. En una emisión armonizada, la vocal es alargada, el ritmo y el acento son exagerados y el tono constantemente variable del lenguaje es reducido y estilizado en un patrón que involucra la entonación constante de varias notas completas. Una emisión entonada típica sólo varía por una nota completa, de manera muy parecida a un cántico. La MIT ha mezclado estudios de acuerdo con su efectividad (La evidencia es, “Evidence is”, 2003); no enseña la producción correcta de los sonidos individuales del habla; no está diseñada para reemplazar los enfoques de otras terapias, sino para ser suplementaria y enriquecerlas.
La terapia de la entonación melódica es un tipo de terapia del lenguaje. Consiste en hablar con una prosodia simplificada y exagerada, caracterizada por un componente melódico (dos notas, aguda y grave) y uno rítmico (dos duraciones, larga y corta). Muchos pacientes afásicos no responden a la terapia de entonación melódica. Esto incluye a aquellos con afasia global y transcortical y casi todos los que presentan evidencia de que el área de lenguaje posterior significativo está dañada (Neurology, 1994, Belin et al, 1996). La MIT no es una terapia musical porque esta no abarca la utilización de la organización aural estética auditiva. Está ordenada de acuerdo con las características melódicas y rítmicas del lenguaje mismo, sin atención particular a la dinámica, el fraseo armónico, la secuencia, el estilo lírico o la relación (ejecución colaborativa).
En su artículo, Terapia musical y rehabilitación neurológica: Reconocimiento y el cuerpo actuado en un nicho ecológico (Music therapy and neurological rehabilitation: Recognition and the performed body in an ecological niche), Aldridge (2001) escribe acerca de la coherencia y la memoria temporales, reconociendo que la músicoterapia en la rehabilitación neurológica ofrece un sentido externo de coherencia temporal que de otra manera está latente en el paciente. Él afirma que los músicoterapeutas pueden romper esta latencia a través del “diálogo de relación”. Aldridge discute el trabajo de Orange (et al, 1988) y el hecho de que las parejas en las etapas temprana y media de la enfermedad enfermedad neurológica logran solucionar con éxito sus problemas de comunicación a pesar de que sus habilidades cognitivas, lingüisticas y conversacionales presentan un declive en este estado. Su percepción de que estas parejas aún se pueden comunicar lo lleva a apoyar la influencia de la músicoterapia en el tratamiento de las enfermedades neurodegenerativas en progresión, tanto en la comunicación como en la función conversacional.
Para quienes sufren de estos males, nosotros somos esa recuperación; somos el contexto ofreciéndoles un nicho ecológico. Es decir, nosotros somos la comunicación y nuestra responsabilidad descansa sobre el desarrollo de nuestras propias habilidades comunicativas más allá del uso de las palabras. Como seres vivos, nos desenvolvemos en relación con nuestro entorno; un entorno que incluye a otros. Este entorno ecológico se establece a través de una interacción dinámica mutualista. Establecemos formas comunicativas; estas son inherentemente temporales y musicales. En este sentido, la memoria no es la recuperación de hechos, sino el desarrollo de eventos vinculadores de la realidad. Lo que experimentamos como desarrollo es un acto creativo de improvisación de formas para existir en el tiempo, esto lo experimentamos físicamente como el cuerpo, pero psicológicamente como la consciencia (Aldrigde, 2001).
En conjunto con Oliver Sacks, la pionera Connie Tomaino ha trabajado durante dos décadas en el la recuperación del lenguaje en músicoterapia, desarrollando un modelo de recuperación para personas con deterioro de la memoria. Ella ha usado canciones familiares para conectar “partes aparentemente perdidas de la personalidad, aportando el vínculo necesario al “yo” (Tomaino, p.116, 1999). El trabajo de Tomaino amplía los elementos de la música que otros investigadores que trabajan en musicoterapia neurológica han usado, como el ritmo y el tono, al “yo” con el que las canciones están asociadas y su habilidad para crear y conectar imágenes y recuerdos del pasado. Su modelo entrelaza teorías del “yo” vocal (que se presentarán a continuación) con información de la musicoterapia neurológica.
El siguiente ejemplo muestra la estampa de la evaluación músicoterapéutica de un hombre con Alzheimer que tiene un daño en el lóbulo frontal; el cual implica limitaciones en el habla y una variedad de obsesiones sin relación con aspectos de su vida cotidiana actual. En este momento de la sesión, él recuerda espontáneamente su alma mater de preparatoria. Por unos momentos, él y su esposa cantan el tema de la preparatoria de Trenton. Por algunos minutos en varios momentos de la sesión (con este tema particular demostrando el más íntimo de los momentos), Mr. C y su esposa parecen volver a vivir un momento trascendental de su pasado (extracto de audio (f) [ Loewyexcerpt_f.mp3 (1,90MB)]). La habilidad de la música para presentar y desbloquear los recuerdos y versos de momentos específicos en el tiempo puede ser una de sus más potentes cualidades en cuanto a potencia recuperatorio. Sacks ilustró que un EEG[1] irregular de pacientes con Parkinson postencefálico se normalizaba simplemente con el hecho de pensar en la música (en Tomaino, 1999, p.119).
El patólogo del lenguaje Paul Fleming y la musicoterapeuta Alice Rogers colaboraron en 1981, desarrollando un protocolo de música-lenguaje que ayudaba a mejorar “la reanudación volitiva de la verbalización en pacientes con daño cerebral” (1981, p. 39). Los músicoterapeutas Cohen y Masse (1983) relacionaron el canto y la instrucción rítmica con la tasa de lenguaje en las personas con daños neurológicos. Ellos encontraron que el grupo cantante presentó mayor progreso. Prickett (1991) mostró que la música ayudaba a la memoria de los pacientes con Alzheimer.
El potencial de la música para ayudar a la recuperación de la memoria y los mecanismos del habla, específicamente a través del lenguaje parece significativo. Aunque hay una gran cantidad de modelos y métodos que miden la efectividad de los componenes específicos de la música, especialmente el ritmo, puede ser que el medio más universal para entender cómo es recuperado el lenguaje pueda incluir modelos que integren aspectos de las cualidades específicas del ser humano en el contexto de un elemento musical particular. Por ejemplo, una persona puede ser más receptiva a una melodía y otra a la armonía. Destacar las canciones que hacen alusión a periodos significativos y eventos en el tiempo, puede dar lugar a la recuperación total de la capacidad de recordar. Falta mucho por entender a través de investigaciones futuras, en particular, la combinación de letras conocidas y melodías familiares que pueden recuperar las vías neuronales pre-existentes. Estas investigaciones pueden extenderse si consideramos el contexto emocional y la historia de vida del paciente como nos la puede revelar un análisis psicoterapéutico comprensivo de la voz.
Musicoterapia y la voz en el ejercicio psicoterapéutico
Hasta aquí hemos discutido aspectos del lenguaje y la presentación del discurso dentro del contexto del desarrollo y la recuperación. Se ha aludido a los aspectos del amor propio y la emoción, pero estos no han sido presentados en un contexto psicoterapéutico. En el influyente texto de Leonard Meyer “Emocion y significado en la música” (“Emotion and Meaning in Music”), se discuten algunas teorías musicales y su interpretación, destacando que “los significados se vuelven objetivos sólo cuando se hace conciencia y se reflexiona sobre ellos” (p. 39)
Cuando se examina el proceso del lenguaje y el discurso como resultado y función del desarrollo del amor propio, que es representativo del “yo” en la vida cotidiana, se debe considerar la omnipotencia del individuo, y el aspecto emocional inevitable y prevalente de la inflexión personal involucrada en los esfuerzos comunicativos. De hecho, el papel del emisor y los aspectos musicales del lenguaje como un aspecto distintivo de la existencia o ausencia del amor propio, es otra área que ha sido poco investigadada (o poco reportada) en músicoterapia. Tres modelos distitos han sido desarrollados y empleados en la terapia musical y en la capacitación clínica de los terapeutas, en particular, de los musicoterapeutas. Estos se describen a continuación:
El modelo del trabajo corporalizado de la voz (The Embodied Voice Work) fue desarrollado por Lisa Sokolov hace 20 años. Este método busca identificar el “yo” a través del viaje musical del cuerpo. La exploración y los recursos son descubiertos a medida que el poder de encontrar y liberar la voz propia es identificado y soltado. A través de la improvisación vocal libre cada persona se conecta con el poder de su propia música, así como con la experiencia de escuchar e improvisar con otros. Las herramientas de este trabajo son la respiración, el tono, el tacto, las imágenes y la improvisación vocal. Por medio de una serie de ejercicios vocalmente desarrollados, estas herramientas ayudan a conectar el impulso y la información al cuerpo. La siguiente fase se consigue moviéndose hacia un proceso de exploración consciente, liberación, fortalecimiento e integración del cuerpo, la voz y el “yo”. El trabajo individual evoluciona hacia un trabajo en pareja y en grupo. La meta del trabajo es corporalizar la voz para adentrarse completamente en el propio cuerpo, el propio sonido, la propia música y la propia expresividad. (Sokolov, en Bruscia, 1977, p.359).
De acuerdo con Sokolov, la experiencia del canto nos coloca en un “núcleo vital de la esencia humana”. Nos pone en contacto central con muchos niveles de nosotros mismos. Existimos en muchos niveles como las diferentes octavas de una misma nota, No somos solamente nuestra corporeidad sino que también existe el aspecto energético; un aspecto emocional y racional y un aspecto cognitivo. El proceso de corporalizarse, trayendo nuestra consciencia, respiración y sonido hacia el interior del cuerpo permite que se completen los procesos internos (Sokolov, en la prensa).
Más allá de este análisis de los seres individuales, Solokov afirma que también vivimos en sistemas sociales que pueden ser entendidos como “cuerpos” funcionales complejos, Somos parte de nuestro cuerpo relacional, nuestro “cuerpo” familiar, nuestro…
Por Joanne Loewy
Traducido por Maira Gutiérrez Moreno