Cuerpo, emoción y afecto en el niño
“Nada divierte tanto al niño como interpretar papeles, de animal feroz , por ejemplo, o de personajes que causan grandes emociones a las personas que los rodean .Para obtener esto recurren a todos los disfraces posibles en su aspecto , su cara, su voz,… Es esta una creación exactamente igual ala del actor que crea un papel … La creación consiste en sacar de si mismo la impresión que produce sobre el público. “
HENRY WALLON
El juego espontaneo del niño es una genuina necesidad
El juego espontáneo es la forma de expresión privilegiada del niño a la vez que un poderoso proceso para hacerle sentir bien porque lo que plasma en el juego creativo y la espontaneidad es siempre alguna cosa del pasado, de la infancia, del origen.
De ahí que, podamos decir, que el niño que juega está jugando con sus orígenes.
Jugar libremente es vital para el niño porque jugar, es vivir el placer compulsivo de la representación de sí mismo, de la simbolización, un placer compulsivo por la repetición. Jugar para el niño, es vivir una etapa psicológica de su desarrollo antes de instalarse en el mundo de la realidad de los adultos.
Entonces, no hay que precipitarle en las exigencias que no le corresponden por su madurez afectiva, porque debe agotar su omnipresencia mágica para sentirse seguro y estar listo para elegir. Mirémosle jugar con mucha atención para tenerle en cuenta y compartamos con él el placer que él vive cuando es el:
- Se balancea con una cuerda, rulo, retal, salta, se desliza, escala.
- Se envuelve en una tela, se esconde en un baúl.
- Cuando es jinete, conductor, guerrero, bailarín, cantante, príncipe, papá, mamá, bebé
- Cuando es un lobo, un cocodrilo, un dragón, bruja, un héroe omnipotente de unos dibujos animados.
- Cuando construye, destruye, dibuja, juega con las palabras.
Todos estos juegos son juegos simbólicos que aparecen espontáneamente cuando le ayudamos.
También, concibo que la ayuda resida fundamentalmente en la búsqueda del placer. Amalgama de las representaciones imaginarias, placer que hace tanto hace falta al niño y a la limitación muy precoz de una dinámica de inversión afectiva de las producciones sensoriales, corporales e intelectuales.
Entonces, especialistas en la ayuda a los niños:
Dejemos actuar a nuestra propia sensibilidad emocional, a nuestra actitud calurosa de acogida y acompañamiento que transforman el sufrimiento del niño porque las personas que ayudan no son como las demás.
Dejémonos llevar por nuestro propio placer de estar ahí por el niño, por él, pero no sin él, olvidándonos de todo lo suyo, de su historia familiar dolorosa y escolar.
Dejémonos ir a jugar sin ningún pensamiento anterior de ayuda cognitiva, pero ¿es posible vivir esta libertad en una institución que corre el riesgo de presionar con sus exigencias?
Ayudar a un niño que sufre requiere por parte del especialista de su libertad, sin culpabilidad por estar lejos del aprendizaje, pero sí cerca del niño. Ayudar a un niño que sufre requiere no buscar su carga porque cuanto menos lo buscamos, más cambios llegarán, y el docente os dirá:
“¿Qué has hecho? Se interesa, habla, es otro niño, otro alumno”.
Y para finalizar, en el congreso de Reims, hace cinco años, había ya evocado el afecto y placer del niño como un factor que hace crecer el deseo del alumno por aprender y que vuelve al aprendizaje más eficaz.
Hoy todavía y después de décadas recalco este principio, y hoy mi propósito no ha cambiado. Sin embargo, no es suficiente declarar el “placer por aprender” porque si el placer por aprender es condicional de la acción, de la experiencia, de la creación, en la búsqueda individual y colectiva de este lado las condiciones pedagógicas, el placer por aprender es condicional de una relación, la de que el docente te estime, de ser reconocido con todos sus potenciales y sus competencias incluso las más reducidas. El niño descubre el placer de aprender si el docente le aprecia, estimula lo que sabe hacer y se abstiene de ponerle en evidencia cuando hay algo que no sabe hacer.
El placer de aprender supone entones que exista una pedagogía centrada en el niño
Con el fin de que este sea el centro del dispositivo educativo (una idea que ha desaparecido hoy en día) apoyado por un docente, un maestro con cualidades personales y profesionales indiscutibles.
Es una utopía centrarse en este dispositivo educativo, me diréis. No, se trata de una elección en la formación filosófica, psicológica y pedagógica, tan simplemente una elección humana para con futuro más armonioso de los niños en el colegio.
BERNARD AUCOUTURIER ; EXTRAIDO DEL DISCURSO EN EL CONGRESO DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE LAS ASOCIACIONES DE REEDUCADORES DE LA EDUCACION NACIONAL
Fuente «http://www.revistadepsicomotricidad.com/2013/10/cuerpo-emocion-y-afecto-en-el-nino.html»