Conceptos básicos de psicomotricidad (I)
Conde Caveda, Moreno, Garófano
Las canciones motrices. Ed INDE: Barcelona, 1999 / RIGAL, Robert. Educación motriz y educación psicomotriz en Preescolar y Primaria. Ed INDE. Barcelona, 2006.
Durante los primeros meses, y aún en posprimeros años de vida, el desarrollo y la evolución de la motricidad y del psiquismo van estrechamente ligados y, de ahí, la noción de desarrollo psicomotor, derivada de los estudios de Piaget (1947, 1948, 1950, 1956) y de Wallon (1925, 1934). Este desarrollo resalta las transformaciones del conjunto de las potencialidades del niño, los cambios en sus competencias y sus realizaciones que facilitan la adaptación al mundo a través de las acciones motrices; pero se confunde a menudo con el desarrollo motor, el cual se ve sometido a la evolución de las estructuras neuromotrices ya los procesos de madurez nerviosa. Dicha evolución neuromotriz se traduce en una mejor coordinación motriz debido a un control motor más eficaz de las actividades estabilizadoras, locomotrices y manipulatorias que, según el enfoque cognitivista, dependen del perfeccionamiento de los procesos de tratamiento de la información, el otro elemento que distingue a la psicomotricidad es la importancia funcional de dicha evolución en la relación del individuo consigo mismo y con el entorno. Esta relación, de naturaleza motriz y afectiva, aparece muy temprano con las sonrisas, el llanto, los gestos de expresividad del bebé al acercarse sus padres o personas desconocidas, y lo hace mucho antes de dominar el lenguaje; y en los trastornos psicomotores es precisamente la que resulta afectada.
Según Piaget y Wallon, la evolución precoz de la motricidad y la del psiquismo están estrechamente relacionadas, función de importancia capital en el desarrollo de la inteligencia y las funciones cognitivas, así como en el establecimiento de relaciones con el entorno. En este caso, la acción motriz, como algo concreto, sirve de punto de partida para la adquisición de conceptos abstractos. Las experiencias relacionadas con las acciones motrices, concretas y variadas, van conduciendo progresivamente al niño hasta la abstracción, al acceso a los conceptos y al conocimiento mediante un tratamiento cada vez más completo y complejo de las informaciones asociadas a la intervención, el apoyo o la mediación del adulto; este último, por las preguntas que hace o la información que da sobre los resultados de las manipulaciones, facilita el acceso a los conceptos y a la abstracción. Los ejercicios propuestos en psicomotricidad preparan para los aprendizajes escolares, pues se supone que existe una relación causal entre los ejercicios perceptivo-motores (que tienen por objeto el espacio, el tiempo, el ritmo, la coordinación motriz el predominio lateral las condiciones de los aprendizajes escolares de base escritura lectura matemáticas (Rigal, 1976).
A través de manipulaciones apropiadas se construyen estructuras abstractas interiorizando los resultados de las acciones, y se reflexiona sobre su evolución y su resultado; la reflexión es necesaria, es decir que no sólo hay que hacer para comprender, sino que es menester reflexionar para integrar lo nuevo a lo ya conocido. No se trata de hacer o describir lo que se ha hecho para entenderlo: hay que interiorizar los resultados de las acciones en el plano cognitivo. Por más que el niño aplaste una de las dos bolas de plastilina y sea testigo ocular de lo que ocurre, no deducirá automáticamente la conservación de la materia porque no habrá transcendido las percepciones inmediatas para tener en cuenta varios factores al mismo tiempo. La experiencia concreta no permite acceder a la abstracción más que en la medida en que se confronta su resultado con la reflexión, con lo ya conocido. La construcción de las estructuras cognitivas se fundamenta en componentes biológicos y sociales. Las primeras afectan a la organización y la madurez del sistema nervioso, cuya evolución hace posible la ampliación de las funciones cognitivas y motrices visibles en las acciones del sujeto que reúne, agrupa, clasifica y distribuye objetos. Las segundas abarcan los efectos del entorno social en la actualización y el refuerzo de las posibilidades cognitivas gracias al lenguaje y a las funciones simbólicas.
Las funciones cognitivas nos permiten reflexionar o actuar en un contexto concreto, adquirir un comportamiento o conocimientos; incluyen, por ejemplo: la inteligencia, la organización perceptiva, la integración sensorial, la atención selectiva, la memoria, el lenguaje, el pensamiento, la organización espacial, la organización temporal a las cuales se añade, a veces, el predominio lateral y el esquema corporal aunque estos dos elementos no constituyan, hablando con propiedad, funciones cognitivas. La idea que más ha prevalecido en el contexto de la psicomotricidad, y que ha sido su razón de ser, es que un buen desarrollo de estas funciones es condición previa para los aprendizajes escolares y que de su dominio depende el éxito en lectura, escritura y matemáticas. Por lo tanto, hay que trabajarlas para facilitar la adquisición de los conocimientos asociados al aprendizaje previsto; la inmadurez del niño puede representar una causa de retraso intelectual, pero también actuar sobre los otros elementos funcionales. Los programas de desarrollo de las funciones perceptivas y su evaluación (Frostig, 1963; Bender, 1946; Santucci et Pecheux, 1979), característicos del enfoque educativo, se han basado considerablemente en esta creencia hasta que el estudio de su impacto los ha vuelto a poner en tela de juicio.
La educación psicomotriz está muy generalizada sobre todo en el medio escolar y tiende a integrar las funciones motrices y mentales bajo la influencia combinada del desarrollo (madurez) del sistema nervioso y de la educación (entorno). Para adquirir las nociones de pesado-ligero o de densidad, por ejemplo, basta sopesar con las manos objetos de volúmenes y de pesos distintos: la variación de la fuerza de las contracciones musculares necesarias para sostenerlos (ya que en realidad los músculos son tanto receptores sensoriales como efectores motores) y que los niños experimentan, hará que éstos entiendan directamente esos conceptos. Percepción, acción y representación constituyen la trilogía fundamental de la educación psicomotriz (Berthental, 1996; Bushnell y Boudreau, 1993). Pero eso no quiere decir, en modo alguno, que la motricidad aumente la inteligencia del niño; sino que es la acción motriz la que da cuenta de su potencial. De hecho, se trata de poner a los niños en situaciones concretas y aprovechar esto para facilitar la adquisición o de comprobar que se entienden las nociones previas, o no, a los aprendizajes escolares mediante estímulos sensoriales y motores (Lapierre y Aucouturier, 1974; Le Boulch, 1972; Picq y Vayer, 1984). Estas nociones, cuya lista está más dedicada al uso que por lo racional, hacen referencia al esquema corporal, la lateralidad, la coordinación motriz, de naturaleza fina o global, la organización espacial, la organización temporal, la percepción de los contrastes y la expresión-comunicación. Son cruciales para establecer una relación correcta con el mundo, y a partir de ellas se elaboran ejercicios sistematizados en el aula o en el gimnasio, especialmente durante los primeros años de la escolarización, hacia los 8 o 9 años.
Esquema Corporal
El Esquema Corporal es el conocimiento del propio cuerpo del niño, la toma de conciencia de las partes que lo constituyen, de sus posibilidades y limitaciones (Sena, 1991). Según Le Boulch (1979), el Esquema Corporal es la intuición global o conocimiento inmediato del propio cuerpo ya sea en reposo o movimiento, en función de la interelación de sus partes y de la relación con el espacio y objetos que nos rodean. Para Zapata y Aquino (1983), se entiende por Esquema Corporal aquellas representaciones mentales que tenemos de nuestro propio cuerpo.
Podemos determinar, por tanto que el Esquema Corporal es el conocimiento de las partes del cuerpo y la toma de conciencia de ellas, con el objeto de desenvolvernos con armonía en el espacio que nos rodea y en relación con nuestros iguales. Como bien dice Wallon, se trata del resultado y al mismo tiempo del requisito de una ajustada relación entre el individuo y su medio (Tasset, 1980).
Entre los objetivos que pretende el desarrollo del Esquema Corporal podemos citar:
- – Localizar los distintos segmentos corporales de uno mismo.
- – Aprender la denominación de cada segmento o parte corporal.
- – Localizar los distintos segmentos corporales en el compañero.
- – Aprender las funciones de cada parte o segmento corporal.
- – Aprender a observar.
- – Aprender a sentir mejor el cuerpo.
- – Desenvolvemos con armonía y precisión en el espacio circundante.
Etapas de estructuración del esquema corporal
El esquema corporal se construye progresivamente, estando su desarrollo ligado al desarrollo motor y rigiéndose por las leyes de maduración, como la ley cefalocaudal, que dice que el desarrollo se produce desde la cabeza hacia las extremidades y la ley proximodistal, que dice que el desarrollo se produce partiendo del eje corporal hacia fuera.
Según Ferrándiz, las etapas por las que pasa el niño/a hasta tener un correcto conocimiento de su cuerpo son:
– Periodo de 0 a 3 meses: la actividad del niño se centra en movimientos reflejos que serán los primeros indicios al esquema corporal. La zona oral será la de mayor significación encontrándonos con los automatismos innatos, todos ellos necesarios, como por ejemplo el reflejo de succión. Es la etapa denomina “cuerpo paciente”.
– Periodo de 3 meses a 1 año: Aparece la primera regencia visual de su cuerpo, que será visión de la mano. Durante este periodo se produce el paso de la postura horizontal a la vertical, comenzando así la etapa denomina “cuerpo vivido”.
– Periodo de 1 a 2 años: Continua la etapa del cuerpo vivido. Aparece la marcha que será el instrumento de descubrimiento del mundo. El niño diferencia su cuerpo de los objetos y se inicia en la lateralización.
– Período de los 2 a los 3 años. El niño/a empieza a conocer y nombrar verbalmente casi todas las partes de su cuerpo. Sabe lo que es ponerse de frente, de espaldas y de lado.
– Período de los 4 años. El niño/a se da cuenta de que existen dos partes en su cuerpo, derecha e izquierda, pero no conoce su localización. Incorpora a su conocimiento algunos elementos más de su cuerpo (codo, rodilla, cejas,…)
– Período de los 5 a los 7 años. Aumenta la discriminación perceptiva, se desarrolla el control postural y respiratorio, se afirma la lateralidad y se independizan los brazos respecto al tronco.
– Período de los 7 a los 12 años. La elaboración del esquema corporal en esta etapa incluye la representación mental del mismo. Se toma conciencia de los diferentes segmentos corporales y se adquiere progresivamente la estructuración espaciotemporal. En primer lugar se logra la orientación de uno mismo, después la de los otros compañeros y por último la de los objetos.
Hemos de observar que a los 11-12 años el esquema corporal se completa, pero en ningún caso termina su desarrollo. Su reconstrucción será necesaria debido a los cambios que experimenta el cuerpo del sujeto a lo largo de la vida.
Asimismo, el esquema corporal es un sistema de conocimiento integrado por diferentes elementos, que pasamos a describir y analizar a continuación. La educación psicomotriz:
Temporalidad
La Espacialidad no puede separarse de la Temporalidad y viceversa, ya que todas las situaciones y movimientos se van a dar en un espacio y en un tiempo determinado. La podemos definir como la forma de conciencia de la realidad que percibimos a partir de los cambios o hechos que suceden. Estos cambios se pueden evidenciar tanto por la secuencialidad de sus puntos de referencia: orden, primer componente de la percepción temporal, como por la duración, que es el tiempo físico medido en minutos, segundos, etc, que separa dos puntos de referencia, el cual es el segundo componente de la percepción temporal. El orden define la sucesión que hay entre los acontecimientos que se producen, unos a continuación de otros, y esta percepción del orden sólo va a ser posible si los estímulos son susceptibles de organizarse entre ellos, y la duración es la medida del intervalo temporal que separa dos puntos de referencia.
Respecto a la percepción de la duración, ésta va a depender según Serra (1991), de los siguientes factores: la edad (con la edad la percepción de la duración se mejora), las tareas (las tareas realizadas por uno mismo hacen que la duración de la misma parezca menor, aunque si aumenta el número de estímulos en esa tarea habrá sobreestimación del tiempo) y las características del sujeto (motivación, experiencia, personalidad, etc.)
Entre los conceptos que se deben trabajar con los niños para adquirir el dominio de la noción temporal según Cuenca & Rodao (1986), podemos citar los siguientes (al principio, al final, día, noche, amanecer, anochecer, por la mañana, mañana, por la tarde, mediodía, ayer, hoy, primavera, verano, otoño, invierno, días de la semana, horas…). En cuanto a los aspectos de duración, sucesión y simultaneidad, podemos trabajar con los siguientes conceptos (antes, ahora, luego, después, anteriormente, posteriormente, pronto, tarde, temprano, durante, primero, segundo, último, al mismo tiempo, entonces, poco tiempo, mucho tiempo, enseguida…)
Coordinación
La Coordinación es la interacción armoniosa y en lo posible económica de los músculos, nervios y sentidos, con el fin de traducir acciones cinéticas precisas y equilibradas (motricidad voluntaria) y reacciones rápidas y adaptadas a cada situación (Ortega & Blázquez, 1982).
Para Bucher (1982), la Coordinación viene a ser la evaluación de las posibilidades que tiene el sujeto de contraer aisladamente distintos grupos musculares en función del movimiento solicitado, y de realizar a la vez, movimientos que impliquen varios segmentos corporales.
Queremos dejar constancia de que aunque analicemos la Coordinación como una habilidad más dentro de las habilidades perceptivas, va a ser una habilidad incardinada en el resto, ya que toda habilidad tiene un componente coordinativo muy elevado. En este sentido a la Coordinación podríamos bautizarla como la “madre” del resto de las habilidades motrices. De hecho, en muchos de los supuestos prácticos de diferentes tipos de Coordinación, como por ejemplo la Coordinación óculo-manual, utilizamos para su desarrollo de otras habilidades como puede ser el bote, los lanzamientos o las recepciones. Lo mismo ocurre con la Coordinación estática, que se trabaja a través de ejercicios de equilibración.
Existen diversas clasificaciones sobre la habilidad Coordinación que se han ido transfiriendo de especialistas a especialistas, enriqueciéndose algunas y sintetizándose otras. Para el objeto de nuestro estudio nos basaremos en la siguiente clasificación por su sencillez de comprensión. Dicha clasificación, divide la Coordinación en:
- – Coordinación Dinámico-General (Coordinación de numerosos grupos musculares interviniendo al unísono)
- – Coordinación Estática (Coordinación de los distintos grupos musculares estando el cuerpo estático -equilibración-)
- – Coordinación Segmentaria (Coordinación entre algún segmento corporal y la visión)
- – Coordinación ojo-mano.
- – Coordinación ojo-pie.
- – Coordinación ojo-cabeza.
Espacialidad
El espacio es el lugar donde nos movemos, y viene determinado por los estímulos que en él se producen. La Espacialidad se puede dividir en Orientación espacial, Estructuración espacial y Organización espacial. La orientación y estructuración espacial constituyen los pilares base que posibilitan el movimiento del niño para organizar el espacio (Castañer & Camerino, 1991). La orientación espacial se puede entender como la aptitud para mantener constante la localización del propio cuerpo con respecto a la posición de los objetos, como para posicionar esos objetos en función de dónde estemos situados nosotros.
La estructuración espacial, permite saber cómo está estructurado el espacio a partir de diversas categorías de relaciones espaciales que nos dan la percepción de vecindad, separación, orden, sucesión entre objetos, relación topológica, etc., permitiendo situar los objetos o los elementos de un mismo objeto con relación a los demás (relaciones proyectivas), o coordinar los objetos entre sí en relación con un sistema o unas coordenadas de referencia, implicando poner en juego medidas de longitud, volumen y superficie.
La organización espacial, permite al niño organizar el espacio partiendo de la orientación y estructuración espacial, y se basa en la vivencia motriz y perceptiva inmediata que el niño posee del espacio en sus edades iniciales (0-7 años), y en su capacidad de analizar estos datos perceptivos inmediatos con profundidad, elaborando relaciones espaciales de mayor complejidad (de los 7 años en adelante).
Los objetivos que se persiguen con el trabajo de la Espacialidad son los siguientes:
- – Ser capaz de reconocer las distancias de un objeto respecto a uno mismo.
- – Identificar las distancias entre objetos.
- – Diferenciar entre espacio propio, próximo y lejano.
- – Ser capaz de proyectar el propio cuerpo en el espacio circundante.
- – Saber conjugar diversos elementos de estructura espacial (alturas, planos, distancias, ejes…)
Equilibrio
El Equilibrio, por su estrecha relación con el Control y el Ajuste Postural, lo consideramos como una habilidad perceptiva englobada dentro de la Conciencia corporal, aunque para algunos autores sea una habilidad básica ( , 1991) y para otros una habilidad puente entre las habilidades perceptivas y las básicas, o como la primera capacidad tangible (Castañer & Camerino, 1991)
El Equilibrio lo podríamos definir como la capacidad de mantener el centro de gravedad dentro de la base de sustentación del cuerpo (Trigueros & Rivera, 1991), o lo que es lo mismo, como aquellas respuestas que deberá dar el niño para contrarrestar las fuerzas que tienden a alterar una postura determinada.
Según Castañer & Camerino (1991), dentro del Equilibrio podemos distinguir entre un Equilibrio reflejo (de tipo estático-postural), un Equilibrio automático (movimientos automatizados, propios de la vida cotidiana), y un Equilibrio voluntario (aplicado en las distintas acciones motrices). El planteamiento de nuestras propuestas va orientado a esta última forma, aunque implique en su realización a las demás.
Los tipos de Equilibrio que vamos a trabajar en las canciones que presentamos son: el Equilibrio Estático y el Equilibrio Dinámico (en movimiento). Por otra parte, en muchas de las tareas que presentamos, sobre el desarrollo del Equilibrio estático, anulamos el sistema visual para una mejor toma de conciencia del cuerpo expuesto a esas situaciones.
Entre los objetivos que pretendemos desarrollar con el Equilibrio podemos citar los siguientes:
- – Toma de conciencia del cuerpo al exponerlo a situaciones de equilibración.
- – Dominio corporal para el mantenimiento de diversas posturas.
- – Experimentar una gran gama de experiencias motrices que pongan en juego la equilibración.
- – Conocer diferentes bases de sustentación del cuerpo en situaciones de equilibrio.
Control y ajuste postural
Se puede definir como el modo de reacción personal a un estímulo constante, “la gravedad” (Lapierre, 1981), condicionada tanto por factores morfológicos (músculos, huesos, etc), neurológicos (reflejos), como afectivos (estados anímicos, etc.).
La definición anteriormente citada nos puede llevar a la idea de Equilibración (Castañer & Camerino, 1991), motivo por el cual nos inclinemos a relacionar íntimamente el Equilibrio con el Control y Ajuste Postural.
La importancia de una buena educación postural se justifica en el hecho de que la eficacia de nuestros movimientos va a depender de lo equilibrada y económica que sea la postura de base.
Una buena educación postural requerirá, por lo tanto, de posturas equilibradas, proporcionando este buen ajuste que los movimientos sean económicos (menor desgaste energético), eficaces (más precisos) y más expresivos.
Por otro lado, un buen Control y Ajuste Postural nos servirá para evitar desequilibrios posturales que puedan desencadenar en problemas estructurales (columnas, articulaciones), provocados por una actitud postural habitual poco correcta.
La base sobre la que se sustenta el Control y Ajuste Postural es el tono muscular, por lo que la fuerza también va a estar muy relacionada con esta habilidad.
Entre los objetivos que esta habilidad desarrollará, podemos citar los siguientes:
- – Tomar conciencia de las diferentes posturas corporales.
- – Tomar conciencia de la movilidad del eje corporal.
- – Ser capaces de disociar segmentos.
- – Favorecer el desarrollo equilibrado de la musculatura.
- – Mantener y mejorar la movilidad articular.
- – Tomar mejor conciencia de las partes del cuerpo.
- – Evitar posibles lesiones relacionadas con malos hábitos posturales.
- – Mejorar el equilibrio.